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Esa guitarra llegó con su abuelo Mario Petillo desde España. Sin embargo, él nunca la tocó. Conserva la boca de nácar y el mástil de ébano originales, pero hace algunos años Moreira se la dio al lutier Gerardo Grieco para que la arreglara, siempre manteniendo su esencia y “tocabilidad”.

Aunque no se ve, allí también está el parrillero, donde Moreira hace los asados en familia. Tres veces se casó y las tres se divorció. Ahora está en pareja hace diez años con Graciela. Tiene cinco hijos, seis nietos varones y la primera nena en camino.

Una de las vistas favoritas de su casa es hacia el jardín, donde tiene un limonero “confundido”. El año pasado dio 200 limones y este año cinco, pero su imagen sigue siendo encantadora.

La mesa de dibujo de su padre Francisco es uno de sus tesoros. Decorador de profesión, quería que su hijo estudiara Arquitectura. Sin embargo, la música ganó la pulseada. Moreira admite que no dibujaba mal, pero su padre era mejor.