Caperucita roja. Continuación

Caperucita Roja. La Continuación.

Caperucita se paró a pensar en todo lo sucedido. No le gustaba la idea de que un lobo volviese a asustarle a ella ni a nadie más, así que estaba decidida a ponerle remedio.

Y se le ocurrió una idea

Para ello necesitaría la ayuda de sus amigos y amigas

Y convocó una reunión para poner solución a este problema en los caminos del bosque.

En la reunión se les ocurrió renovar los itinerarios poniendo diferentes puestos a lo largo de los caminos, el largo y el atajo.

Su amigo Luis, al que le gustaba mucho hacer pasteles, puso un puesto de magdalenas.

Adela, la hermana mayor de Luis, que era electricista, se ofreció para instalar farolillos a lo largo de los senderos por si se venía la noche durante una caminata.

Marina y su hermano gemelo Mario sabían de varios riachuelos en el bosque, y pusieron fuentes a lo largo de los caminos.

Y a una de las fuentes la llamaron como la Fuente del Lobo, en honor al causante de tal majestuoso proyecto.

Juan y Juana que tenían un taller de madera hicieron bancos de madera.

La mamá de Caperucita Roja puso una tiendita con productos artesanales que ella y sus compañeras elaboraban en una cooperativa del pueblo. Podrían vender mermeladas, cestos, quesos y mantequilla.

Así se creó más trabajo

El cazador, que sabía mucho de botánica, colocó carteles ilustrativos de la flora silvestre del bosque.

Y contó con la ayuda de la abuelita, famosa fotógrafa del pueblo.

Y así es como, con la iniciativa de Caperucita Roja, se logró un bosque renovado, listo para disfrutar.

Y al bosque lo llamaron El nuevo bosque de Caperucita Roja.